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San Cirilo, el amante de la Madre.


"La finalidad y característica de la Sagrada Escritura,

consiste en afirmar de Cristo: que es Dios y que nunca ha dejado de serlo,

y que se hizo hombre por nosotros,

tomando un cuerpo de la Virgen María".



San Cirilo de Alejandría (370-444), egipcio de origen, patriarca de Alejandría (uno de los grandes patriarcados de la antigüedad cristiana) desde el 412 hasta su muerte.


Poco se sabe de su vida, solo que fue sobrino del Obispo Teófilo. Cuando su tío falleció, Cirilo le sucedió en la sede como patriarca, aunque muchos no estaban muy de acuerdo, pues además de su gran cultura y preparación, era un hombre de un carácter algo difícil.


Durante su episcopado mantuvo una actitud de defensa de la verdadera ortodoxia, se respaldaba en lo que los “santos padres conciliares” definían en los distintos concilios que se llevaban a cabo en los primeros siglos para cimentar las bases de la doctrina cristiana en general. Esto le causó no pocas dificultades con otros grupos: con los judíos de Alejandría, con los filósofos paganos, con otros cristianos que se desviaban de la doctrina de la Gran Iglesia, y sobretodo en él fue muy viva la disputa con el patriarcado de Constantinopla, que se había constituido como tal solo cuando la sede imperial se instaló en dicha ciudad. Ya con su tío había participado en una sínodo de la Encina (403) donde fue depuesto del patriarcado de Constantinopla San Juan Crisóstomo, quien morirá en el exilio.


Entre los mitos que se fueron transmitiendo en la historia sobre este gran hombre se encuentran dos muy popularizados: que fue él quien mandó destruir la grandísima biblioteca de Alejandría, el centro famoso de la cultura antigua; es cierto que tuvo una actitud reacia hacia la filosofía pagana, pero él mismo fue un gran docto clásico, no estaba en contra de la filosofía como tal, sino de los grupos de filósofos que no hacían buen uso de la misma y buscaban de ridiculizar la fe naciente, pero la biblioteca tuvo varios momentos de destrucción que inició el emperador Julio César que fue a Alejandría para apoyar a Cleopatra en la lucha de la familia faraónica, en esa guerra se incendió una parte del palacio y con ello se destruyeron gran cantidad de libros (47 aC); después de la caída de Cleopatra y Marco Antonio, la ciudad ya en manos de Roma, fue decayendo también culturalmente, pues no había ya una familia real que se preocupara por seguir nutriendo la biblioteca de nuevas obras; en el 272 el emperador Aureliano arrasó Alejandría en su lucha con Zenobia de Palmira; y bajo Diocleciano ya urbe egipcia sufrió otra importante devastación. Y cuando el emperador Teodosio II promulga leyes contra el paganismo, lo cual favoreció que algunos cristianos fanáticos buscaran de destruir templos paganos y lugares de cultura que contenía obras paganas, pero la biblioteca ya estaba muy deteriorada por los eventos anteriores.


Otro mito que se promueve mucho contra el patriarca es la muerte de la filósofa y científica Hipatia de Alejandría, que según algunos es considerada la última representante de la tradición filosófica alejandrina. Hipatia fue, al parecer de algunos historiadores, víctima de algún grupo de cristianos fanáticos. Pero esto no demuestra que haya sido el mismo Patriarca a ordenar esta acción. Es verdad que su carácter era decidido y fuerte, pero él estaba concentrado en cuestiones teológicas más graves aún, es el tiempo de las controversias cristológicas que aún después de los concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381) que ya habían aclarado la naturaleza del Verbo Encarnado, y su relación con el Padre y el Espíritu Santo, todavía algunos pensadores en todo el cristianismo discurrían sobre el cómo de esas realidades en Cristo.


El Patriarca de Constantinopla, Nestorio, en su deseo de profundizar en el misterio de Cristo, se había desviado de la doctrina oficial, y proclamaba que el Verbo no había tomado nuestra carne en toda su realidad, y que la Virgen María no debería ser llamada “madre de Dios” sino solo “madre de Cristo” o “madre el Hombre”. Ante estas afirmaciones Cirilo, que como ya lo mencionamos tiene una formación clásica y además tiene un agudo intelecto, le envía dos cartas para exponerle la verdadera doctrina y hacerle ver los errores en que había caído.


Les comparto un poco de la segunda carta de Cirilo a Nestorio:

“La Escritura no dice que el Logos se unido a una 'persona', sino que Él se ha hecho carne (Jn 1, 14). Y el hecho que el Logos se hizo carne no significa sino que Él ha participado como nosotros de la carne y de la sangre y ha hecho suyo nuestro cuerpo, y ha nacido hombre de una mujer, sin perder por esto su ser Dios y el haber sido engendrado por el Padre, sino siguiendo siendo eso que siempre ha sido aún cuando tomó nuestra carne. Esto es lo que anuncia por dondequiera la doctrina recta de nuestra fe, así lo encontramos que lo han pensado los santos padres (conciliares). Por eso han tenido el coraje de definir Madre de Dios la Santa Virgen, no porque la naturaleza del Logos, es decir su divinidad, haya comenzado a existir por la Santa Virgen, sino en cuanto que ha sido engendrado en ella el santo cuerpo racionalmente animado, uniendo a éste según la hipóstasis (unión perfecta) decimos que el Logos ha sido engendrado según la carne”

(2 Cta. Cirilo de Alejandría a Nestorio)


Con esta doctrina, Cirilo participó en el concilio de Éfeso del 431, en el cual después de la discusión teológica, Nestorio y Celestio (pelagiano) fueron catalogados como herejes.

El papa Sixto II dio la confirmación papal a las acciones del concilio.



Podemos agregar que el motivo, aparte de los conflictos de título personal entre los diferentes patriarcados, es que se buscaba el exponer la doctrina verdadera. Pues Nestorio al negar a María la maternidad divina, en realidad lo que estaba negando, quizá sin darse cuenta, era la unidad de las dos naturalezas en Cristo que no pueden ser separadas, pues son perfectamente unidad. Cristo es verdadero Dios y verdadero Hombre.


Hombres como Cirilo de Alejandría deben ser leídos en su contexto y con el conocimiento de los acontecimientos a nivel político, social y religioso en el que ejercen su apostolado como obispos de sedes principales del cristianismo antiguo.


Maestà: Trono de María con Cristo Niño, ángeles, santos y apóstoles en arcadas de Duccio di Buoninsegna (1255-60 - d. 1318-19); 1308-11; Museo dell’Opera della Metropolitana, en Siena, Italia. Ciudad donde tenemos presencia nosotros los frailes franciscanos de la provincia de Jalisco de México,
 

Oración a la Virgen María compuesta por san Cirilo de Alejandría, Padre de la Iglesia.


Te honramos, oh María, Madre de Dios,

Tesoro del universo, Llama inextinguible,

Corona de la virginidad, Cetro de la Verdadera Fe,

Templo indestructible,

Tabernáculo de Aquel a quien el mundo no puede contener.

Madre y Virgen; en tu vientre virginal, encerraste al Uno inmenso e incomprensible.

A través de ti la Trinidad es glorificada

y la Cruz es celebrada y adorada en toda la tierra.

A través de ti, los Cielos se exultan de alegría,

los ángeles y arcángeles están jubilosos,

los demonios son puestos en fuga.

El demonio tentador es expulsado del Cielo,

y nuestra naturaleza caída ha sido nuevamente asumida al Cielo.

Es a través de ti que el Hijo unigénito de Dios,

quien es la Luz, brilló en medio de las naciones,

las cuales estaban sumisas a la oscuridad y la sombra de la muerte.

¿Qué voz humana puede celebrar dignamente la grandeza inefable de María?

Ella es Madre y Virgen al mismo tiempo.

A través de ella, la paz ha sido restaurada en el mundo.

¿Qué paz?

¡La de Nuestro Señor Jesucristo, a quien María ha dado a luz!

Amén

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