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Juan Crisóstomo; boca y vida de oro.


SAN JUAN “BOCA DE ORO”

PADRE ORIENTAL


Celebramos con alegría a uno de los “cuatro Padres orientales” que como los “occidentales” son también ellos representantes del pensamiento cristiano antiguo en la parte oriental del imperio y del mundo cristiano conocido hasta entonces.


San Juan nació probablemente hacia el 349 en la ciudad de Antioquía. Su padre, Segundo, murió cuando Juan nació y su madre, Antusa quedó viuda a los 20 años de edad, consagrándose enteramente a la familia, se preocupó de la educación de sus dos hijos.


La educación de Juan fue esmerada, inició los estudios en la escuela de un sofista, que Juan no menciona el nombre, pero que casi puede identificarse claramente con el Libanio. Como muchos jóvenes de su tiempo, siguió la carrera de la oratoria, de allí también su gran capacidad al hablar y que le ganó el sobrenombre de “boca de oro” en griego “Crisóstomo”.


En el 368 recibió el bautismo y renunció a la carrera de la oratoria, para dedicarse a la escuela exegética de Diodoro de Tarso, de allí las bellísima homilías y comentarios a la Sagrada Escritura. Optó además por vivir una vida ascética.


En este período que va del 378-385 pertenece una de sus obras la cual consta de un tratado en tres libros contra los adversarios de la vida monástica, en la cual se explaya sobre la importancia de seguir el llamado; se dirige a los padres de familia que no quieren que sus hijos abracen la vida monástica. El mismo dejó la ciudad de Antioquía y se fue a vivir cuatro años con un asceta en el desierto; y después dos años el sólo en una cueva. Pero las grandes prácticas ascéticas dañaron su salud y se vio forzado a regresar a la ciudad para atenderse. En la ciudad el obispo lo ordena diácono en el 381, después en el 386 es ordenado sacerdote y el obispo Flaviano le pidió que se hiciera cargo de predicar en las principales iglesias de la ciudad. Esto lo hizo con gran fervor hasta el 397, a este periodo pertenecen sus más célebres homilías.


Como los otros grandes padres orientales Basilio, Gregorio de Nisa, Crisóstomo fue también llamado a defender la ortodoxia de la fe frente a la herejía del arrianismo radical (anomeismo) que negaba sea la divinidad del Hijo como del Espíritu Santo para proclamar solo la divinidad del Padre. Juan Crisóstomo escribe sus homilías sobre la “incomprensibilidad de Dios” en donde afirma la limitación de la mente humana para comprender el misterio divino, el cual se puede conocer solo mediante la fe.


Escribe 21 homilías sobre las “estatuas” ya que el pueblo molesto había mutilado las estatuas del emperador Teodosio y de la familia imperial. Crisóstomo y el Obispo Flaviano logran calmar al pueblo y evita que se tomen más represalias sangrientas.


Las obras escritas por Crisóstomo, como se nota en lo mencionado arriba, corresponden a una preocupación pastoral. De su servicio al pueblo surgen todas estas inspiraciones para responder a los desafíos que le presentaba la pastoral.


Así para la instrucción de los catecúmenos, escribe doce catequesis bautismales, que fueron descubiertas apenas en 1955, en donde explica sobre el sentido de las fiestas cristianas, la navidad, el viernes santo, el pentecostés, etc. Y muchos panegíricos sobre la vida de los mártires, especialmente los de la Iglesia de Antioquía como San Ignacio, y otros, además de escribir sobre San Pablo a quien Crisóstomo admira mucho y sigue fielmente.


Sobre su obra exegética, no es fácil seguir una cronología exacta, pero tiene comentarios sea al Antiguo como al Nuevo Testamento. Sobre el Génesis tiene primero ocho homilías del 386, y sobre el mismo libro otras sesenta y siete en el 388. Y así con todas las demás homilías sobre la Sagrada Escritura, son muy numerosas e interesantes.


En el 397 muere Nectario patriarca de Constantinopla y Juan Crisóstomo fue elegido para sucederlo en esta sede patriarcal. Con esta subida al patriarcado, su labor pastoral y literaria se intensificó mucho debido a los grandes retos que éste representaba para el nuevo patriarca.


Como buen administrador de los bienes de Dios, se hace ayudar de personas pudientes para socorrer a los más necesitados, así lo demuestra las doscientas treinta y ocho cartas que le envía a Olimpiade, dama pudiente de Constantinopla, en donde habla de los hospitales con personal seleccionado, hospicios para los enfermos, y lugares de reposo para los huéspedes de paso (migrantes o peregrinos).


Su ardor apostólico, su preocupación por invitar al pueblo a vivir los valores del Evangelio, y su libertad de palabra, la cual era muy honesta y transparente, no podía no suscitar enemigos al obispo de Constantinopla.


Así Teófilo, obispo de Alejandría, a quien Crisóstomo recriminaba por corrupción, y la emperatriz Eudocia, a quien Crisóstomo también recriminaba la misma falta, se aliaron contra el patriarca.


Así en el 403, una sínodo de treinta obispos de Calcedonia, basado sobre acusaciones falsas contra el patriarca Crisóstomo y apoyados por el emperador Arcadio, lo mandaron al exilio en Bitinia, al poco tiempo, es llamado de nuevo a su sede.


Sin embargo no todo sería fácil, unos meses después, de nuevo por la libertad en que se movía el patriarca y por las calumnias de sus enemigos, sobretodo por la presión de la familia imperial, Crisóstomo es de nuevo enviado en exilio en el 404, no sin antes negarle la entra en todas la iglesias de la ciudad, primero a Cucuso en Armenia, donde estuvo tres años y luego a Pizio, un lugar salvaje en el extremo oriental del Mar Negro, pero no pudo llegar debido a la fatiga del viaje, se enfermó y murió el 14 de septiembre del 407 en Comana, región del Ponto.



Treinta y un años después, el 27 de enero del 438, sus restos mortales fueron trasladados y sepultados solemnemente en la iglesia de los Apóstoles en Constantinopla en presencia del emperador Teodosio II hijo de Eudocia[1]. La ironía de la vida, la madre enemiga acérrima y el hijo gran devoto del mismo patriarca.


¿Qué podemos nosotros aprender de la vida de un hombre como Juan Crisóstomo? De lo que hemos expuesto hasta aquí, nos ayuda a comprender que la vida es hermosa en todos sus aspectos, las decisiones que tomamos, aquellas convicciones que seguimos y hacemos nuestras tienen muchísimas ventajas, pero al mismo tiempo, tienen también, como el lógico sus inconvenientes o mejor dicho sus retos.


Juan optó por vivir una vida ascética, y ello le trajo una disminución en su salud; optó por regresar a la ciudad y allí encontró el llamado de Dios manifestado a través de la voluntad del obispo para ordenarlo diácono, después sacerdote. Sus dotes de gran orador lo llevó al servicio pastoral, entregándose de manera eminente a través de la preparación de sus homilías, y buscando de ofrecer, en cuanto a su posibilidad una solución a los distintos problemas que la pastoral y la sociedad le ponían frente a sus ojos.


Como patriarca de la ciudad imperial, con su hablar tan claro y directo, tuvo que soportar los ataques de los que débiles enredados en las marañas de los vicios no soportaron la verdad y lo llevaron al exilio y a la muerte.


"San Pablo, San Juan Crisóstomo y San Basilio" de Carlo Crivelli / 1943

Podríamos preguntarnos ¿entonces no es bueno hablar con la verdad? La respuesta lógica sería: sé prudente, busca no incomodar a los demás, no cambiarán. Pero la respuesta evangélica es: Di sí cuando es sí y no cuando es no, lo demás es del maligno (Mt 5, 37). Crisóstomo fiel seguidor de la Verdad misma que es Jesús, afronta con serenidad lo que su opción conlleva.


Esas opción profunda por la verdad, lo lleva a denunciar los vicios, a proclamar la belleza de todo lo que Dios ha creado, a expresar la fe con toda su fuerza, y a exhortar a todos a vivir según la voluntad de Dios.


En su tratado sobre la vanidad, la educación de los hijos, matrimonio, ofrece un instrumento bellísimo para los padres de familia que a veces no logran encontrar una guía segura para la educación de los hijos, en una sociedad como la nuestra en la que la confusión de muchos se quiere hacer pasar por ley para todos. Crisóstomo nos ayuda a tener firmeza en nuestras convicciones. Dice Crisóstomo “a tu hijo no le adornes con oro, ni con aretes, ni cosas por el estilo para evitar confundirlo en su identificación, pues lo vistes como mujer siendo hombre”. Y como este, da muchos consejos sobre el cómo los padres deben evitar ser vulgares en su hablar cuando los niños están presentes, pues aprenden todo de ellos. Creo que con XV siglos se adelantó a las dificultades de los padres para educar a los hijos, o quizá, como realmente lo es, nunca ha sido fácil la educación de los hijos, ya desde la antigüedad los padres de familia tenían problemas, y a ello responde Crisóstomo con este escrito.


Espero que este artículo les ofrezca alguna luz, en primer lugar para conocer a este gigante del pensamiento oriental; una guía estupenda para los sacerdotes, obispos; pastores del pueblo de Dios a los cuales se dirige en su obra famosa sobre “el sacerdocio”, y un consejero confiable sobre los problemas que afrontan las personas, ejemplo de ello las cartas sobre “las segundas nupcias” con las que consuela a una viuda joven; la educación de los hijos y sobre el matrimonio.


Es un gran asceta, místico y pastor, un Padre de la Iglesia, y un eximio Doctor de la misma. Sus palabras excelsas, le ganan el sobrenombre de “boca de oro”; pero su vida santa le coloca entre los grandes del pueblo de Dios. Un faro que nos indica la vía de la justicia y de la santidad, maestro que corrige y enseña a seguir la Verdad.


"Su gran capacidad al hablar fue la que le ganó el sobrenombre de “boca de oro”, en griego “Crisóstomo”.
 

[1] G. Crisóstomo, Vanità, educazione dei figli, matrimonio, traduzione, introduzione e note a cura di Aldo Ceresa- Gastaldo, Ed. Città Nuova, Roma 1985.

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