Subió, sube, subiendo
- DANIEL RAMOS
- 15 ago 2022
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Subió, sube, subiendo
Gozando de su Cielo
(Reflexión escrita y compartida en 2007, cuando cursaba los estudios de filosofĆa)
En estos dĆas de agosto, recordaba la experiencia de mi noviciado. Dentro de las festividades propias del gran convento de Nuestra SeƱora de Guadalupe, en Guadalupe Zacatecas, destaca una, que en mi experiencia personal me cautiva no solo por el hecho de su coincidencia con el inicio y el fin de esta importante etapa formativa, sino por la experiencia religiosa de su celebración, esta es: la Asunción de Nuestra SeƱora.
Cautivante es el recuerdo de aquel sentimiento compartido al marchar peregrinantes ya con el hĆ”bito franciscano sobre nosotros, (reciĆ©n recibido ese 14 de agosto por la maƱana) con luces encendidas, precediendo a la imagen representativa de la muerte de MarĆa rodeada de los apóstoles y en nuestras voces la sencilla melodĆa de las antiguas letras del himno compuesto por el venerable fray MargĆl de JesĆŗs, que rezan:
āSuba, suba, suba,
la Virgen al cielo.
Suba, suba, suba,
goce de su reinoā
y en lo alto del coro del santuario, la petición del perdón reverencial y la promesa de fidelidad en el amor que, como hijos de san Francisco, a ella le debemos.

Algunas veces recuerdo las palabras aquellas del himno y tan solo el verbo āsubirā trae a mi mente algunas consideraciones sobre aquel magnifico acontecimiento de MarĆa rompiendo los cielos, segĆŗn la tradición de la Iglesia expresada en el arte para materializar este evento.
El tĆ©rmino āasunciónā, es derivado del verbo āasumirā (del latĆn assumere) y manifiesta la acción de atraer a sĆ, o tomar algo para sĆ. Mientras que āsubirā (del latĆn subire) expresa la acción de pasar de un lugar a otro; superior o mĆ”s alto. Por tanto, podemos decir que este par de vocablos expresan una misma y concreta acción, la diferencia entre estos radica en quien la padece. De modo que Dios asume a MarĆa, y ella es asunta a Dios, es decir, sube a Ćl.
Y es que, creo que MarĆa desde siempre āsubióā a la altura de Dios cuando Dios mismo la asumió hacia Ćl. Antes de su concepción, en su vida y despuĆ©s de su muerte.

Desde el principio, el relato del libro del GĆ©nesis dibuja la figura de aquella mujer que vendrĆa a dar paso a la enemistad con el mal (cfr. Gn 3,15), para abrir paso al Sumo Bien encarnado, salvación de la humanidad. Desde el plan eterno de Dios, una mujer debĆa engendrar a la raza humana en la carne y otra la habrĆa de engendrar en el espĆritu. Ćsta segunda, MarĆa de Nazaret, fue elegida desde siempre (cfr. Jer 1,5) para engendrar a Jesucristo y Ćl, dar vida eterna a la humanidad. Entonces, MarĆa al encontrar gracia ante Dios (cfr. Lc 1,30) para colaborar en esta sublime misión Subió a donde Dios, al gran proyecto de redención, a la misericordia misma del creador, a su amor total.
Durante el curso de su vida terrestre, la espera de aquel que habrĆa de venir a liberar a Israel de la opresión fue arraigando tambiĆ©n en ella la esperanza de su pronta aparición. MarĆa esperaba. Cuando es confrontada con Gabriel, esta esperanza brilló mĆ”s, iluminó su mente y su corazón para una respuesta decidida y valiente. La espera llegaba a su fin y este final era sólo el principio de la manifestación del Reino esperado. De manera que con aquel solemne āhĆ”gaseā (cfr. Lc 26-38), MarĆa āasumeā a Dios en su cuerpo, es decir, Sube a la obra redentora de Jesucristo.
Imposible no traer a consideración las penas de nuestra SeƱora al no encontrar asilo en los albergues para llevar a cabo el alumbramiento de su Hijo (cfr. Lc 2,1-7). Aquellas duras palabras de Simeón en el Templo animĆ”ndola a la fortaleza: āuna espada te atravesarĆ” el corazónā (cfr. Lc 2,35). Sin olvidar tambiĆ©n que los evangelistas explican que ella guardaba todas las situaciones de dolor en su corazón meditĆ”ndolas y asumiĆ©ndolas (cfr. Lc 2,51). Esta actitud constante de entereza queda mejor expresada en su firmeza al pie de la cruz (cfr. Jn 19,25). MarĆa, en cada momento de su vida permaneció Subiendo al misterio de Cristo en los acontecimientos determinantes de su acción salvadora.
Dios, que desde la eternidad ha proyectado la salvación de sus criaturas, ha manifestado singular predilección por la madre de su Hijo, concediĆ©ndole la gracia especialĆsima del gozo de la Resurrección de Jesucristo antes de que en la historia se realice el Juicio definitivo sobre la humanidad entera. La formulación dogmĆ”tica enumera el acontecimiento asĆ:
cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial
(Munificentissimus Deus. Dz 2333),
de modo que, MarĆa al dejar la vida terrena, por haber sido āasuntaā por Dios, ha āsubidoā a la esfera de la vida divina con toda su realidad de ser humano: cuerpo y alma, con su ser y su historia.

Entonces, podemos afirmar, que lo que ordinariamente comprendemos como la "Asunción de MarĆa", fue solo la coronación de la āasunciónā constante que Dios Trino y Uno obró desde siempre y para siempre en ella.
Dejemos que los teólogos discutan sobre la veracidad del hecho empĆrico e históricamente constatable de su āelevaciónā a las alturas como comĆŗnmente se entiende desde la visión cristológica del suceso, es decir, a la Ascensión de su Hijo, independientemente de su interpretación como figura de la Resurrección, le continua la narración de los Hechos de los Apóstoles que aclara su asenso fĆsico, al afirmar que subió hasta ser "cubierto por una nube ante los ojos de todos" (cfr. Hech 1 1-9).
Es fĆ”cil pensar que si MarĆa goza ya de la Resurrección de Cristo, probablemente su āsubirā hacia Ćl no solamente ocurrió en el plano espiritual sino tambiĆ©n fĆsico. Sea como sea, a mi me cautiva considerar el hecho de MarĆa elevada por lo alto, probando el olor de los cielos israelitas, tocando con sus manos la brisa de las nubes e inspirando a la Iglesia, que la mira hacia arriba, al anhelo ferviente de la vida eterna ācercaā de su Hijo, que es nuestra Vida. MarĆa subió al pensamiento de Dios. Con la Encarnación de Jesucristo sube a la obra de salvación, y durante su vida permaneció subiendo al misterio de Dios. Subamos con ella.

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