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Los sueños y el tiempo: un viaje al ser

Actualizado: 21 mar 2020

Soñar es despertar sin tiempo, bajo el ser. María Zambrano

La obra de María Zambrano (1904-1991), toda, fue para ella un sueño. Esto no sólo por el entretiempo en el que se gestó y maduró, ni mucho menos por la diseminación que conoció su quehacer filosófico publicado en tantas instituciones editoriales en diversos países a lo largo de sus más de 45 años de exilio por el mundo, sino por la carga de deseo que la autora vertió sobre cada una de sus obras que fueron primeramente artículos o ensayos, para después convertirse en tratados completos publicados como libros que, como tales, ella no tuvo jamás entre sus manos, sino solo en su mente y en sus deseos, como un sueño.

Los sueños y el tiempo, como libro completo, tiene esa singularidad: Zambrano no lo tuvo jamás entre sus manos, solo en su pensamiento y en su voluntad. Fue el último libro preparado por la filósofa en los últimos años de su vida. De regreso a España tras más de 45 años de exilio se dedicó esforzadamente a sistematizar lo máximo posible toda su investigación sobre el tema de los sueños y algunas cuestiones sobre el tiempo. Obra de verdad titánica por la cantidad de escritos fragmentarios que realizó sobre estos temas (algunos publicados, otros inéditos), y su ordenación lógica para proponerlo como proyecto editorial. El libro vendrá publicado hasta 1992, un año después de su muerte.

Sin embargo, el tema de los sueños es abordado frecuentemente en la totalidad de la obra zambraniana. En los estudios primeros publicados antes de su salida de España en 1939 ya aparecen menciones y líneas bien marcadas de la propuesta filosófica sobre la realidad de los sueños y el soñar. Conocemos con certeza que la dedicación de Zambrano a la investigación sobre el tema tuvo inicio en 1954 mientras vivía en Roma en el primer periodo de permanencia en esta ciudad (1953-1959).

La Ciudad Eterna marcó a nuestra filósofa, ella lo admite y sus escritos de la época lo gritan en cada frase. Yo alguna vez lo escribí desde ese mismo sentir zambraniano: “Roma tiene un secreto que hace que no te quieras ir” (Los años en Roma. Roma, 2017). Esto significa que sobre cada quien –la ciudad- ejerce un deseo de permanencia que logra trascender lo espacial para llegar al deseo de llevarla consigo en la mente, de recrearla en el ensueño, de recorrerla eternamente en sueños.

Roma disparó el soñar de María Zambrano. Un soñar más allá de la constante añoranza del regreso a la patria natal y del deseo de una vida más en calma. Un soñar más propositivo, más considerado en su potencialidad, rescatado de las mazmorras del olvido y del carnaval del folklor al que ha sido relegado por culpa de los que dicen tener certezas sobre ellos ofreciendo absurdos caminos de interpretación y métodos distantes de un estudio verdaderamente serio a esta “manifestación primaria de la vida humana” como ella misma define a los sueños (M. Zambrano, Los sueños y el tiempo, 845.) .

Es convicción de la filósofa veleña hecha propuesta concreta que los sueños son una fuente epistémica. De esta certeza parte para ofrecer las notas guía para un camino de descubrimiento de todo el potencial de conocimiento que posee el soñar, al que considera “metafísica de la vida humana” y “revelación”.

Desde las primeras letras del tratado, Zambrano pone las cartas sobre la mesa con la advertencia firme para no crear desviadas ilusiones y falsas expectativas en los lectores especificando: “No es que me haya propuesto hacer metafísica de los sueños, ni de la realidad en tanto que soñada” (845). Los sueños y el tiempo viene propuesto por la autora como un clavado a la contextura metafísica, a la fibra más escondida de la vida humana “allí donde ninguna teoría o creencia puede alcanzar” (845). Para Zambrano, lo reflexionado y escrito aquí será un andar por los caminos de la fenomenología, puesto que es el ser del soñante el objeto de atención y sustento de la realidad en sueños, es decir: fenómeno. Dice:

Es pues un fenómeno lo que aquí se intenta penetrar o, más bien, descifrar. Fenómeno en lo que tiene de aparición del ser – y de la apariencia que lo encubre-. Encubrir que tratándose de un suceso de la psique no es simple encubrir, sino enmascarar, fingir, sustituir y suplantar. (846)

Es pues un fenómeno lo que aquí se intenta penetrar o, más bien, descifrar. Fenómeno en lo que tiene de aparición del ser –y de la apariencia que lo encubre. Encubrir que tratándose de un suceso de la psique no es simple encubrir, sino enmascarar, fingir, sustituir y suplantar. (846)

Entonces, tenido por Zambrano como fenómeno primario, el ser escondido del hombre pero descubierto en la realidad de los sueños, viene abordado partiendo desde un postura donde se admite la necesidad de un camino o método a seguir, el cual ha de ser no otro que el fenomenológico pero que no es aquel de Husserl, ya que no se opta por la epojé debido a la necesidad de concederle una noción propia de realidad antes que negarla u omitir algún juicio (846).

De igual modo, de este punto de partida del soñar como revelación de una nueva noción de realidad, es que se separa del camino husserliano, que como sabemos es aplicable –precisamente como negación y suspensión- a los fenómenos de la vida de la conciencia plena, es decir, a lo ocurrido en la “vigilia”. El término “vigilia”, es usado por Zambrano en Los sueños y el tiempo como la dimensión de la vida vivida contraria al sueño, es decir, el estado de “despierto”. El inicio de este estudio viene trazado por una contraposición natural jamás abolida formada por el sueño y la vigilia. Simbolizados con la sombra y la luz, con la noche y el día.

El camino abordado de la fenomenología de Zambrano será pues el de conceder una dimensión de realidad inédita no paragonable a aquella de la vigilia, de la vida vivida en la conciencia y sometida al tiempo.

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