Para hablar de cuentos, primero es necesario despertar con gran cariño,
En la vida tenemos un sinfín de noticias, buenas, malas y de todos los temas que imaginemos; pues estos días he recibido una muy buena, aclarando el panorama entre las muy malas que había.
Me fue informado mediante un mensaje de parte de mi hermana mayor y que viajó de un continente a otro, dicha distancia que no le quita lo especial, sino lo contrario. Exactamente decía “¡Hola! ¿Qué crees? Vas a tener niña en casa”. Es increíble cómo una frase puede significar tan hermosos sentimientos. Sabiendo que mi tercer sobrino será niña, recurrí a pensar muchas cosas y entre ellas, el contenido de este texto: “los cuentos que le leeré a mi sobrina”.
Para hablar de cuentos, primero es necesario despertar con gran cariño, sin hacer mucho ruido y tranquilamente a ese niño que llevamos dentro, pues ¿quién no recuerda esas maravillosas historias llenas de magia que se encontraban en los cuentos? Ya sea antes de dormir, por la escuela o por el simple gusto.
Les contaré un poco la historia y mi moraleja, que ahora después de muchos años percibo, de dos cuentos que le leeré a mi sobrina. Ambos escritos por el danés Hans Christian Andersen (1805-1875), escribió mas de 150 cuentos infantiles en su carrera y es uno de los escritores más destacados del género y la literatura.
Comienzo con el clásico Patito feo, publicado en 1843.
La historia narra en como un huevo de cisne fue a parar a un nido de patos, de manera que cuando nació era completamente distinto a los demás, al punto de llamarlo "feo" o "tonto" y recibir todo tipo de burlas, humillaciones, así como malos tratos por parte de los demás. Eso lo llevó a abandonar aquel lugar, pasando por todas las estaciones del año y corriendo con muchas aventuras, pero después de tanto, por fin llegó a su sitio ideal, en donde estaba su especie y justo cuando ya era un precioso cisne.
La principal metáfora que resalta el cuento es que el aspecto físico no debe importar y tenemos que aceptarnos y aceptar a los demás como son, un mensaje contundente que lamentablemente hoy sigue sirviendo.
Pero también rescato otro mensaje que es el buscar tu lugar, en ocasiones estamos tan inmersos en el hoy, en la comodidad o en la costumbre, que no sabemos si es lo que en realidad queremos ¿será que nos encontramos en donde queremos estar o es necesario salir a buscar nuestro sitio ideal?.
El segundo cuento se titula El soldadito de plomo de 1838.
El cuento nos habla de un soldado de juguete que un niño lleno de ilusiones tiene, entre todos es uno de sus favoritos y lo que lo hace especial es que le falta una pierna; jugaba siempre de múltiples maneras con sus juguetes y otro de ellos era una bailarina, de la cual el soldadito se enamoró perdidamente. Pero un día una tormenta se presenció cuando el soldado estaba en la ventana y fue a caer a la calle y pasando por muchas aventuras, por cuestiones del destino llegó de nuevo al hogar del peque, encantado de volver y sobre todo de ver a la bailarina y contarle las historias que pasó, una jugada del destino le esperaba, una ocasión la bailarina cayó a la chimenea y el soldadito se tiró por ella, al llegar el niño, se llevó la sorpresa de encontrarlos ahí y aunque logró sacarlos, éstos ya se habían fundido, con la característica de haber formado un corazón y así permanecieron juntos.
Lo principal del cuento es mostrar la valentía y la fortaleza para enfrentar las situaciones difíciles y nuevamente el autor presenta una carencia física por parte del protagonista, con el mensaje de aceptación e inclusión.
También se evidencia la esperanza y el nunca perder la fe, esa fe que se debe fortalecer desde pequeños y que muchas veces olvidamos, además de exponer que el amor verdadero existe.
Es increíble que aunque las tramas sean infantiles, caben perfecto en cualquier etapa de la vida, además de que la magia de los cuentos se fortalece de la interpretación que cada uno le da y como el mismo Andersen dijo
“La vida en sí, es el más maravilloso cuento de hadas” .
Así que de vez en cuando es conveniente y necesario, diría yo, darle una vuelta a la niñez y recordar aquellas pequeñas cosas que aprendimos en la infancia.
¡Estos dos cuentos y más, leeré con la misma emoción que yo cuando niño, en unos meses más a mi sobrina!
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