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Antes del fin

Foto del escritor: Sara Nereida VarelaSara Nereida Varela

Antes del fin, testamento espiritual

De: Ernesto Sabato, 2006, Argentina.

"La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza."


A los 87 años de edad, después de un periodo de por lo menos diez años trabajando en ellas, el escritor argentino es convencido para finalizar sus memorias, mismas que son publicadas en 1998 bajo el título, Antes del fin.


Ernesto Sabato nació en Rojas, provincia de Buenos Aires en 1911; murió a 55 días de cumplir 100 años, el 30 de abril de 2011 en Santos Lugares, Argentina. El escritor tenía la extraña costumbre de incinerar sus trabajos a penas los terminaba, para él se trataba de un ritual purificador; así que muchas de sus obras se perdieron. Su obra literaria está fundamentada en tres novelas: El túnel en 1948, Sobre héroes y tumbas en 1961 y Abaddón el exterminador en 1974. Escribió varios libros de ensayo sobre el hombre en la crisis de nuestro tiempo y sobre el sentido de la actividad literaria —así, El escritor y sus fantasmas; Apologías y rechazos; Uno y el Universo y La resistencia. Escritores como Camus, Greene y Thomas Mann, como Quasimodo y Piovene, como Gombrowicz y Nadeau han escrito con admiración sobre su obra, que ha obtenido reconocimientos como: el Premio Cervantes, el Premio Menéndez Pelayo, el Premio Jerusalén y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid.


Antes del fin es definida por el mismo Sabato como su testamento, no ha querido llamarla su obra autobiográfica, ya que asegura que donde muestra verdaderamente sus demonios, es en sus ficciones. Esta obra fue escrita con desgarramiento, con dolor, pero también con esperanza de que su testimonio sirva para evitar que la destrucción y la inhumanidad terminen por aniquilar todo lo que de vida quede sobre el globo.


A partir del tiempo que le ha tocado vivir, Sabato estructura su lección y la dirige principalmente a los jóvenes, únicos depositarios, para él, de la esperanza salvadora. El autor encuentra en sus recuerdos ejemplos que a los lectores les pueden servir como manifestaciones de la brutalidad humana y, en el extremo opuesto, de la generosidad que él ha visto en los hombres sencillos, en los hombres de a pie. Y es así como lo hace saber en las palabras preliminares que acompañan el libro.


No se trata de un libro extenso, pero si cargado de toda la sensibilidad y sabiduría del escritor. Compuesto por tres partes, además de las citadas Palabras preliminares y un Epílogo. «Primeros tiempos y grandes decisiones», es la primera parte y ocupa la mitad del ensayo, en ella nos ofrece pinceladas de su vida personal, no en un orden cronológico sino valorativo; describe su niñez y llega a ese momento compulsivo en que después de obtener el Doctorado en física y trabajar en el Laboratorio Curie, abandona la ciencia para militar en la literatura; ya que la primera difícilmente propiciaría la salvación de la humanidad. Vivió entonces el rechazo de sus correligionarios y la persecución política ya que por su calidad moral denunció siempre la corrupción de las ideologías y de los hombres.


«Quizá sea el fin», la segunda parte, es la mirada que ve la humanidad como una raza en retirada. Es la mirada que busca justicia tanto para los hombres como para la tierra que el hombre mismo arrasa. Es un quejido indignado, nunca resignado.


«El dolor rompe el tiempo», la última parte, en ella invoca a Jorge Federico, su hijo muerto en un accidente hace un par de años. También nos cuenta la muerte de Matilde, su mujer. A ellos y su madre son a quien dedica el libro.

«Pacto entre derrotados» (Epílogo) es una carta final dirigida a un joven imaginario, uno y todos; el llamado que hace es a resistir, a convertirse en utopía para salvarse a sí mismos y salvar a la humanidad; porque a pesar de todo sigue creyendo que todavía hay posibilidad de salvación.


He leído Antes del fin, por lo menos cuatro veces desde que lo tuve por primera vez en mis manos hace 17 años por instrucción de una profesora en la universidad. Cuando pude adquirir mi propio ejemplar, le escribí: “este libro siempre me regresa a quien antes fui”, es una frase que quizá no tiene mucho sentido, pero quise hacerlo así porque con el recordaba los principios que quería que dirigieran mi vida profesional; sencillamente porque en él se encuentra plasmado que lo importante es lo humano y no el humanismo, la vida y no la historia. Esa es la utopía de Sabato, fundamentada en los marginados, los analfabetos y los jóvenes, quienes a pesar de su dolor son capaces de los más grandes actos de bondad y viven sin miedo la esperanza.


En este libro como en toda su obra, Sabato es congruente porque también enfrentó la pobreza y dolor, nos lo cuenta con pesar, no tanto por el mismo, sino por quienes padecieron con él, su esposa y sus hijos. Pero fue la suya una vida a elección y más allá de las ideologías, con la libertad para denunciar la injusticia, la corrupción y toda clase de atropellos, con la convicción de que no era ciego, ni sordo a las necesidades y reclamos de los que llama los más bondadosos.


Libro sincerísimo y por ello desgarrador. Con prosa sencilla, madura, profundamente afincada en el mejor tono literario.

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