Coloreemos de unidad el tiempo
Estos tiempos pandémicos son tiempo suspendido. Ciudades vacías, plazas desoladas. Creíamos que estas imágenes ya habían quedado en el pasado como un periodo triste del inicio del 2020, en cambio han vuelto. Se vuelven a observar las mismas imágenes a través de los medios de comunicación. Con aquella soledad y deshabitación nos llamó la atención su belleza, tan olvidada por la complejidad de nuestros días. Ahora las calles están desiertas, el vacío parece dominarlas de nuevo.
El tiempo suspendido como oportunidad de afrontar la soledad, con el posible descubrimiento de que también la soledad es fuente de reflexión, de silencio interior, de escucha, de compartir, de oración.
Frente a nuestros ojos; edificios, plazas, fuentes, iglesias, todo desolado, con la conciencia de que estos no son conjuntos vacíos. Nuevamente hay rostros que miran por los cristales de las ventanas.
Por tanto, la vida no está ausente. Si nos damos cuenta de que este tiempo es transitorio, necesario, nos damos cuenta de que todo puede renacer.
El poeta Mario Luzi dice:
"Todo debe convertirse en vida".
El hombre siempre le ha tenido miedo al desierto pero también siempre le ha fascinado. Recuerdo un dicho de los Tuaregh, un grupo étnico mayoritariamente nómada que vive en el desierto del Sahara:
"Dios creó la tierra con lagos y ríos, para que el hombre pudiera vivir allí. También creó el desierto, para que pueda encontrar su propia alma".
Víctor Hugo, escritor y poeta francés (1802-1885)
"El desierto es ese lugar donde está Dios y no hay hombre".
Y de nuevo Antoine De Saint Exupéry, autor de “El Principito”,
“Siempre me ha gustado el desierto. Te sientas en una duna de arena. No puedes ver nada. No se escucha nada. Y, sin embargo, algo brilla en el silencio".
Y sí. A veces hace falta un silencio "blanco", una síntesis de todos los colores de las palabras para generar ideas, para poder mirar hacia el futuro. Puede enfrentarse a sí mismo con la esencialidad, con la propia conciencia, para redescubrirse, como Mons. Ravasi expresaba:
"Dios está en una voz tenue: el misterio divino se revela en una voz interior silenciosa, que sólo se puede escuchar en la soledad del desierto, desierto interior".
Es al poder vivirlo así que se le descubre como dulce, tierno, asiento de un encuentro íntimo, de una escucha que enseña nuevas realidades.
Imaginemos, junto con el Tuaregh y El principito, que estamos sentados en una duna, rodeados solo por las olas de arena, movidos en la superficie por el viento; todo es igual ante nuestra mirada, todo calla bajo una luz cegadora. Sin embargo, no hay nada frente a ti.
Para los Padres del Desierto era la posibilidad de conversar con ellos mismos, de la búsqueda de la paz interior. Ésta es la experiencia de los monjes de San Pacomio (292-346) quienes en el desierto de Tebaida se organizaron en comunidades, donde cada uno vivía individualmente en chozas o cuevas o casas (laurai) rodeadas por un muro; en el centro había una sala de oración común; la regla previó la pobreza absoluta para los monjes que vivían en soledad, reuniéndose para comer y orar. El trabajo era obligatorio, pero todos debían proporcionar asistencia mutua y caridad.
Y el monje Charles De Foucault (1858-1916), que vino a su desierto a escarbar en sí mismo para descubrir la posibilidad de una nueva vida, de vida según el Espíritu, y por tanto en plena comunión con Dios y con los hermanos. Es un logro obtenido mediante un trabajo de pelado. Fue el descubrimiento de esta realidad, de esta búsqueda del desierto, como lugar de encuentro con Dios, lo que le llevó a lo que llamó "el apostolado del bien". Siendo apóstol, ¿por qué medios? Con la bondad, con la ternura, el cariño fraterno, el ejemplo de virtud, con la humildad y dulzura que siempre atraen y son tan cristianas. (Carta fechada el 3 de mayo de 1912)
Por lo tanto, puede experimentar el desierto, descubriéndolo como un lugar que encierra una luz deslumbrante: el descubrimiento de la aventura de la vida. El mundo de las máscaras no implicará renunciar a sentir la embriaguez del aire que viene del cielo y el aliento que se acerca al corazón; no significará no poder sonreír: se puede hacer con fuerza y con el atractivo de los ojos.
Y, parafraseando a Epicuro, quien dice "La pobreza es una cosa hermosa que se acepta con un corazón feliz". , podríamos decir:
"Es hermoso acoger el desierto en uno mismo, la contemplación: aquí está el gran tesoro de la comunión con Dios, de la realidad de Su Presencia".
Entonces podrás vivir este tiempo suspendido en la frontera entre interioridad, pensamiento-silencio y exterioridad, la realidad natural y humana que nos rodea, y que espera ser conocida, respetada, preservada.
Con estas premisas, será posible despertar el sentido estético y contemplativo que Dios ha puesto en nosotros, para vivir el nuevo humanismo al que el Papa Francisco nos llama: no solo como filosofía de vida, sino también como estilo de comportamiento, como expresión de compasión, la única vacuna contra la indiferencia.
En la audiencia que el Papa concedió el 12 de septiembre de 2020 a las comunidades "Laudato si", el presidente de Slow Food, Carlo Pedrini, dijo que "el hecho de que nos amemos es la garantía de nuestra hermandad".
Se podrá vivir lo que el Papa Francisco propuso en la audiencia del 9 de septiembre de 2020: “Es hora, por tanto, de incrementar nuestro amor social, aportando todo, partiendo de nuestra pequeñez. El bien común requiere la participación de todos. Si cada uno pone lo suyo, y si nadie se queda fuera, podremos regenerar buenas relaciones a nivel comunitario, nacional, internacional y también en armonía con el medio ambiente. Así en nuestros gestos, incluso en los más humildes, algo de la imagen de Dios que llevamos en nosotros se hará visible, porque Dios es Trinidad, Dios es amor ... Con su ayuda podemos curar el mundo, trabajando todos juntos por el bien común. , no solo por su propio bien, sino por el bien de todos ".
Así, el tiempo será tiempo vivido, el tiempo suspendido no será jamás tiempo perdido, sino vida ganada.
¡Signase cuidando y cuidando a los demás!
Commentaires