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San Bernardino, patrono de Xochimilco.

Foto del escritor: Raul RobledoRaul Robledo


Uno de los grandes Santos que la Orden Franciscana ha dado al cristianismo es san Bernardino de Siena.



Su proceso de vida es inspirador: de familia noble, renuncia a sus privilegios para abrazar la radicalidad franciscana de aquel entonces. Célebre por su elocuencia y su ardiente manera de predicar (en la era del Twitter, estas predicaciones populares que inflamaban los corazones a un cambio de vida, a veces es más difícil).



Este culto al santo de Siena es traído a Mexico por los primeros franciscanos que lo proclaman patrono de Xochimilco; en la imagen tallada en madera que está en el altar barroco dedicado al santo es uno de los conventos más antiguos fundados por los franciscanos en estas tierras y ahora convertido en esplendorosa catedral, observamos a un amoroso santo, protegiendo al pueblo, que adolece por las epidemias de los primeros siglos de mestizaje, un pueblo que sufre y que él resguarda bajo su manto (el recurrir a la acción divina por medio de los santos ayudaba al pueblo a sentirse seguro y amado por Dios). La calma y la unión que trajo san Bernardino a estas tierras novohispanas quedan como testimonio del gran culto a este santo italiano del siglo XV.






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