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Preguntas olvidadas en tiempos de emergencia.


"Ser testigos de un cambio; de aquel cambio que nos estaba faltando"


En plena emergencia, Mons. Daniel Libanori, obispo auxiliar del centro de Roma, envió una carta a los párrocos de su zona, una carta que fue publicada por “Civiltà Cattolica”.

Llama la atención el párrafo donde el obispo presenta las preguntas que Dios dirige al hombre en esta circunstancia. Y llama verdaderamente la atención porque solemos hacerle preguntas a Dios, quejándonos de su ausencia, de su silencio, del motivo de tal flagelo ... y así sucesivamente.



Estamos tan envueltos en tales lamentarnos que no escuchamos estas preguntas que Èl nos hace en relación a reconocer los rostros de los enfermos, el abandono de los ancianos, las desigualdades que se hacen cada vez más evidentes: orgullo científico; politización del sufrimiento y comercio de la angustia. Y sin dejar de lado la pasividad ante la fe celebrada, pues mientras se vuelven a abrir los Mc Donalds, los starbucks y las discotecas, algunas iglesias siguen impedidas y con tantas limitaciones para sus asambleas.


Mons. Daniele Libanori / Obispo Auxiliar de Roma

Estas son algunas de las preguntas que propuso el obispo, para recordarnos que Dios no está callado, sino que está siempre en relación. Es nuestro deber relacionarnos con Él de una manera más consciente. Darnos cuenta que Jesús no deja de estar con nosotros, y además "crucificado": y es hacia ese Jesús crucificado que muchos nos deberíamos mover para comprometernos hasta el final. Para consolarlo.



Esta carta, el obispo la dedicó luego de una reflexión al pasaje bíblico de la Torre de Babel (Gn 11, 1-9), donde presenta a los hombres, tomando como modelo a los esclavos judíos en Egipto. Aquí construyeron ladrillos porque se vieron obligados a hacerlo. En Babel, sin ningún tipo de coacción, los ladrillos se preparan para levantar una torre a fin de tener la estabilidad de un sistema económico y político eficiente. En suma: poder. Los hombres hablan el mismo idioma, aceptan el mismo proyecto, pero no como pueblo, sino como masa que ha sacrificado los talentos individuales, la creatividad por una homologación, que ya no es "comunión".



El derrumbe de la torre les devuelve la riqueza de las diferencias, la creatividad ligada a la pluralidad de culturas, el espacio de libertad. Una libertad que les reveló algo que ni sabían: su exclavitud.


Está más que claro que esta pandemia ha derribado la hegemonía de los poderes fuertes. Ha revelado sus deficiencias y sensibilizado sobre la oportunidad de las alianzas internacionales, la comunión de estrategias y la necesidad de respetar la dignidad de toda persona. Reveló los pensamientos de los corazones, que resultaron purificados por la verdad de una posibilidad relacional vivida y compartida. Entonces, ¿podemos volver a relacionarnos como antes? ¿Como si nada hubiera pasado?



Leí otra reflexión que me parece interesante, una lectura sobre la importancia de los PRONOMBRES PERSONALES. Me interesó porque en la gráfica de la maquetación de este blog de lectura "Palabros" del padre Daniele Ramos, siendo original, diseño el menú principal de accesos mediante la estructura de los pronombres. La indicación de los pronombres constituye el posible ingreso: yo, tú. él, nosotros, ustedes, ellos, para poder compartir posibles interpretaciones de la realidad.



En este artículo se subrayó cómo los pronombres pertenecen a la gramática de las lenguas, pero cómo, reflexionando, también se refieren a relaciones interpersonales y son indicadores de comunicación.


Más allá de la primera gramática morfológica, hay toda una realidad existencial que se expresa en su uso: un ego que le habla a un tú, refiriéndose a un él, para incluir un nosotros, que junto con un Es vida: se viven, son hilos que se entrelazan en una urdimbre destinada a resaltar los colores, la intensidad de los rasgos, la delicadeza de los contornos destinados a unir personas, figuras, cosas, para que ningún elemento pueda desafinarse o no alcanzar un compartir expresivo.

Son "minipalabras", pronombres, aparentemente de poco valor gráfico, pero sin ellos habría un mar de soledad existencial.



Todo hombre se ha relacionado siempre con un tú, tanto que se da cuenta de sí mismo sólo en esta relación: el niño yo, en relación con la madre yo, se da cuenta de su individualidad, cuando descubre que su madre es tu tú.

Es la percepción de ser un "otro", y se abre a la superación del individuo para llegar al concepto de "persona", que significa relación, la posibilidad de colocarse frente al otro para adquirir la autoconciencia y el descubrimiento del ser llamado y tener que vivir juntos para poder ser. Y es así como la relación que envuelve, comprende, contiene, transforma externa e internamente, ayuda a crecer y madurar, cada vez con mayor profundidad, para llegar a una vida en unidad.



La unidad entre dos personas no significa homologación, sino distinción, ya que tiene como finalidad la preservación de la identidad de cada uno, evitando la absorción o sumisión. En esta clave todos pueden convertirse en actores y tomar iniciativas para nutrir y enriquecer la unidad.



La verdadera intersubjetividad, como unidad en la distinción, es posible cuando ha madurado la conciencia de que uno tiene algo que ofrecer al otro, pero también la disposición a perder cualquier "regalo", si no fuera el momento de dárselo.

Así, cada uno no solo no es el otro, sino que también es él mismo a través del otro.

Está claro que tal unidad solo puede tener la cualidad primaria de unidad-fraternidad para abarcar a cada ser humano, hombre o mujer, ciudadano o extranjero, mío o de la raza, país, etnia, religión, considerado y aceptado. como hermano, como hermana.


Los cristianos pueden afirmar esto, porque para ellos toda la humanidad está reunida por Cristo como una sola familia, de modo que la fraternidad constituye su valor fundacional, un valor universal. Y de hecho esta realidad se encuentra en todas las grandes religiones.


De ser así, la fraternidad en el proceso de globalización podría activar un plus innovador en las relaciones internacionales, ciertamente difícil de articular e implementar, pero que sería decisivo para el futuro de la humanidad.


Todo esto nos lanza un desafío: aprender a tocar el propio "yo" en un constante e imaginativo compromiso creativo para vivir la relación que lo hace así y que lo constituye con la alteridad, tanto de ustedes como de nosotros.



Que esta situación que hemos vivido y estamos viviendo aún, nos ayude a cambiar, a comprometernos verdaderamente con el bien común y las virtudes civiles, para que nada sea como antes y podamos vivir un futuro diferente. Ser testigos de un cambio; de aquel cambio que nos estaba faltando.



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