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Para nunca olvidar


 

Pieza compuesta por el músico italiano Renato Recchia (hermano de nuestra colaboradora María Paola Recchia) en invitación a mantener la memoria del pequeño Alan y alentar el compromiso humano y cristiano para con aquellos que luchan por la conquista del sueño de un mundo mejor.


DIA MUNDIAL DEL REFUGIADO / sábado 20 JUNIO

DIA MUNDIAL DE LA MUSICA / domingo / 21 JUNIO

 

Era el 2 de septiembre de 2015, en la playa de Bodrum, Turquía, donde apareció el cuerpo de un pequeño ahogado, Alan Kurdi, un niño de solo tres años de edad. Provenía de Kobané, ciudad de Siria.



Fue encontrado con su rostro en la arena, apenas bañado por el agua, sus brazos yertos y abandonados, inmóviles y rendidos a la muerte. Todavía tenía la camisa roja, pantalones cortos azules, zapatos con cintas. Un cuerpo compuesto y delicado.



Estaba huyendo de la guerra; con él, su hermano Galip de cinco años y su madre, con otras diez personas más, todos murieron. El padre de los niños dijo:


“Traté de salvar a los pequeños. Los sostuve a ambos cuando el bote volcó, pero una ola alta primero mató a Galip y luego se llevó al pequeño Alan"

Un hecho que no podía no de llamar la atención de todo el mundo sobre la crisis de refugiados y migrantes, en esta era de las redes sociales y las comunicaciones inmediatas que, en pocas horas hizo que la conmovedora imagen circulara por todos los social y los noticieros.



Entonces el sentir mundial fue: "Ahora hay que abordar las causas que están en la raíz de la crisis en Siria e Irak, y se debe encontrar una solución política". Palabras más palabras menos, en esto giraba la reflexión de la mayoría.


Dijo director de Unicef:


“el mundo no solo puede sorprenderse, sino que la conmoción debe ir acompañada de una acción. La situación en la que se encuentran estos niños no es su realidad, ni está bajo su control. Necesitan protección, tienen derecho a la protección"

La imagen del pequeño Alan dejó a todos sin aliento, hasta llegar todos a experimentar alguna forma de culpabilidad, quién más, quién menos.



Y es que, la interrogante es: ¿Quién realmente lo mató?

No fue el mar, porque este es benévolo ya que lamentable es la tumba de muchos que huyen de las guerras y la pobreza. Los hombres que hicieron tienen el poder, codician las nuevas deidades que regulan la vida y la muerte, por eso lo produjeron. Políticos y gobernantes que alimentaron guerras y conflictos por intereses partidistas; traficantes de armas y explotadores de tierras ricas en minerales y petróleo, traficantes de otros seres humanos. Todos, enemigo sin rostro, pero al final enemigos.



¿Quién lo mató? ¿Quién lo privó de esperanza?



El Papa Francisco escribió:


"Mudarse y establecerse en otro lugar con la esperanza de encontrar una vida mejor para usted y su familia, este es el profundo deseo que ha conmovido a millones de migrantes a lo largo de los siglos".

Y:


"Los éxodos dramáticos de los refugiados son una experiencia que Jesucristo mismo tuvo, junto con sus padres, cuando tuvo que huir y salvarse de la furia asesina de Herodes".

La esperanza lleva a la espera y marca cada próximo paso.



Hope es el nombre de un nuevo hogar: migrantes, refugiados, solicitantes de asilo, personas desplazadas, víctimas de la trata, constituyen segmentos de minorías vulnerables y en peligro de extinción.



Es muy de humanos y –debería ser- más de cristianos el siempre rebelarnos contra la indiferencia, para que nuestra conciencia no permanezca, decía el papa, “recostada en el sofá”, sino que nos lleve a enfrentar y defender activamente los sueños de aquellos que quieren conquistar una vida más digna de ser vivida.



¡Así con y por Alan no olvidemos!


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