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COVID19 y el inevitable tiempo nuevo

"(Consideremos) un abuelo, una abuela, que tal vez ya no puede hablar, que está paralizado, y el nieto o hijo llega y toma su mano, y lo acaricia en silencio, nada más. Este es el cuidado de la vida"

Papa Francisco


Aquí está una de las muchas propuestas evangélicas del Papa Francisco, simple, profunda, radiante.



Por el contrario, al vivir la aun presente pandemia, hemos llorado a miles de personas mayores que pagaron el precio más alto. Que se los aniquiló la inconsciencia de los más jóvenes.


Mientras escribo, asisto a la Misa de Réquiem de Donizetti (1797-1848), un conocido compositor de ópera italiana, con el cual la ciudad de Bérgamo recuerda quién ya no está allí. 630 personas lloran en la ciudad, más de 6000 en esa provincia, quen México sería lo equivalente a un “estado”. Estos son números que no se olvidan, porque están asociados con la soledad que este pequeño ser, que es el virus, y que ha traído consigo el someter cruelmente al mundo poniéndolo de rodillas.


Escuché decir a un médico:


“Sucede hay pacientes que no resisten porque el nivel de oxígeno desciende y no se puede hacer nada; te miran con los ojos muy abiertos, en busca no solo de oxígeno para respirar, sino de alguien que le aprieta la mano y se mantiene cerca de él en ese momento"

Muchos, diría que casi todos, no han podido tenerlo. Esto lleva a pensar que la muerte en este momento por causa del coronavirus es una de las peores. Su estatuto inédito le da un toque aún más cargado de horror. La conclusión es simple y terrible: tienes que confiar en tu propia fuerza. No hay armas para combatirlo. No hay medicamentos, ni cercanía a los familiares. Esta es una realidad muy triste.



Esta situación ha sido como haber iniciado un viaje, un viaje sin panoramas, en un tren que corre locamente, sin poder detenerse. No hay estaciones para detenerse y salir. Estás solo, encerrado en la casa, sin tener la oportunidad de reunirte con amigos, tomar un café en el bar, salir a caminar. Una especie de niebla gris nos rodea. Y pasan meses de incertidumbre, de un cierto miedo que se apodera de la garganta y da la impresión de no poder respirar; aun cuando el virus no te ha tocado.



Hasta este día ya son muchas las noticias negativas que hemos leído y escuchado que podría habernos ya cansado. Otras más vivencias sabidas de las que se ha hablado y reflexionado durante mucho tiempo. El tema del covid19 comienza a ser cansado para nuestros oídos y nuestros ánimos.



Entonces se me ocurre tratar hablar del cuidar de no perder esta oportunidad que tuvimos de vivir, que nos sucedió inesperadamente. Subrayar y reflexionar juntos sobre lo que se experimentó positivamente, dar un corte de santidad y llenar este tiempo con la profundidad de nuestra humanidad, introduciendo corrientes de socialidad para ser reconstruidas.


Frente a la revelación de nuestra fragilidad como seres humanos, la posibilidad de comenzar a convertir proyectos y nuestros estilos de vida. Todo puede convertirse en una oportunidad para volver a tejer los lazos de la fraternidad en la vida cotidiana, llevados al infinito, ya que los muchos que cuidaron a los enfermos, providenciaron para los pobres y los abandonados nos dieron grandes pruebas de la grandeza de la fragilidad humana.



En estos días de aislamiento, ha sido posible seguir relacionándose con una mirada y un ritmo diferentes. De esta manera, esta experiencia podría convertirse en una oportunidad para el crecimiento personal y el encuentro con otros en la compasión y la empatía; un aspecto del amor y la verdadera relación que no exige la presencia física.


Así que tratemos de decir cuántas personas han podido vivir estos meses, tratando de colorearlos de acuerdo con la relación humana que querían establecer para vivir un estilo de vida diferente. Propongo los colores del arcoíris.


Tomemos el ROJO. Un color asociado con el amor, el compartir; así, aprovechando el hecho de estar en casa, pudieron abrir los armarios y preparar lo superfluo para donar: en Liguria (acá en Italia), por ejemplo, se dejó ropa o comida a lo largo del ferrocarril. Hay quienes comenzaron a cortar telas y coser cubrebocas, hubo también personas que dejaron una compra sospessa (compra suspendida) en el supermercado para aquellos en dificultad, es decir, dejaron cierta cantidad de dinero que aluna persona necesitada podría llegar a pedir al encargado. Había familias que colgaban una canasta de plástico en la calle para poner o tomar bienes de consumo. Todo a conciencia del buen uso sin abuso.

Y ahora veamos el AMARILLO: el Evangelio ha reabierto para buscar una Palabra para vivir; fue posible seguir la misa diaria del Papa desde su capilla personal en Santa Marta, que hizo mucho bien, porque sus palabras acompañaron y apoyaron los días difíciles. Las oportunidades para rezar juntos en streaming se han multiplicado, aunque no se puede dejar de lado que el cristianismo es una religión encarnada y necesita una participación directa y viva en sus misterios.

LA NARANJA: se ha experimentado un amor circular, con el apoyo interno y dirigido al exterior, de modo que la reciprocidad vivida para ayudarse mutuamente era una realidad. Se compartieron las dificultades y se compartieron las posibles soluciones.

VERDE: nos pusimos en contacto con amigos que no habían sabido de nosotros durante mucho tiempo y restablecimos nuestro conocimiento; cuanto mayor sea la posibilidad de establecer un diálogo abierto con aquellos que viven juntos, restablecer ese pacto de misericordia mutua que a menudo se alimenta mal, o a cuentagotas. Hemos tratado con familias amigables para cuidarlos con responsabilidad y atención. Somos miembros de una sola familia humana, por lo tanto, cada persona es importante y hemos podido ayudar a considerar sus derechos y deberes.

EL AZUL: muchos que trabajaban en casa, sentían la necesidad de vestirse como si la cuarentena no existiera: se vestían como "de oficina", sin descuidar su apariencia. Reflexionaron sobre la necesidad de dividir el trabajo para mantener la casa ordenada: todos estaban comprometidos en algo a favor de los demás. Se han corregido los hábitos alimenticios.


EL AZUL MARINO: muchos niños hicieron carteles, mantas, sorteos, cartas para ser entregados a los condominios para que la esperanza pudiera alimentarse. En varios municipios, los libros también se han incluido en paquetes y bolsas de compras. En un tiempo suspendido, dijo un asesor, el libro constituye un bien primario más que en otras circunstancias. ¡Una agradable sorpresa!.

EL MORADO: los medios tecnológicos modernos, los soportes por internet han hecho posible sentirse cerca con las videollamadas, con las conexiones de Skype, Facetime, o algunos chats que debieron mejorar su calidad y amplitud de videollamadas permitido la proximidad de sus usuarios, manteniendo vivos los contactos humanos. Hay quienes, poniendo sus habilidades y servicios a disposición a través de una plataforma en línea o soporte telefónico, han ofrecido a los necesitados para combatir la soledad.



Podría continuar dando ejemplos del bien que ha nacido de la dificultad, de las formas de acercamiento, de los incentivos para la creatividad al entregarse, al servir, incluso cuando se está en casa.



En resumen, en medio de tanta negatividad y angustia, también se experimentó la esperanza. El Papa Francisco nos ha dicho en repetidas ocasiones que la vida que sigue a un sueño se renueva día a día. Si este sueño es hermoso, grandioso, original, la vida también será bella, grandiosa y por demás original.



Por supuesto que no han faltado las dificultades, ni faltarán en los tiempos que vendrán, pero me gusta poder resaltar que esta situación ha sacado a la luz la primavera que mueve en este frío invierno que atraviesa la humanidad. Poner como lo más importante al amor que se puso en nuestros corazones para alcanzar la unidad de los seres humanos, para sentirnos familia humana, un amor que se ha visto capaz de dar vida, de arriesgar, de compartir, para que el mundo pueda convertirse en uno.


(No se olviden de darle corazón aquí abajo)


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