DANIEL RAMOS

29 de jul de 20196 min.

Sobre el lugar (parte II)

Actualizado: 21 de mar de 2020

“Unas semanas después (María Zambrano) me dijo: ‘voy a pedirte algo que sólo te lo puedo pedir a ti, a nadie más: que encuentres la tumba de mi padre que murió en Barcelona en octubre de 1938. No sé en que cementerio esté enterrado, en aquel momento la muerte se cernía por toda la ciudad. Búscalo seguro que lo encuentras’.”

Antoni Marí

CONSIDERACIONES SOBRE EL LUGAR: LO FÍSICO Y LO METAFÍSICO

LO FÍSICO DEL LUGAR

Para nuestra filósofa el uso del término “lugar”, y a
 
pesar de su indudable carga metafísica y mística, no prescindirá jamás del
 
elemento físico y natural, esta característica arraigadamente omnipresente en
 
su uso desde los diferentes ámbitos humanos, más aún en el sentido más simple
 
del término. Zambrano misma afirma para establecer los parámetros de lectura en
 
su “a modo prólogo” para Algunos lugares
 
de la poesía cuando sentencia: “Bien es verdad que, a lo que sabemos, en el
 
pensamiento aristotélico el lugar se aplica, como el lugar natural de las cosas
 
de la naturaleza”[1] y
 
menciona haciendo distinción de otros elementos donde no es aplicable: “[a] las
 
del humano hacer, a las de la historia”[2].
 
De modo que encontramos en su entender el lugar esta carga “natural” como ella
 
misma la denomina según la base aristotélica y la experiencia del uso simple
 
del término para referirse al determinado sitio espacial medible y
 
cuantificable por la experiencia humana que lo somete a la geografía, a la
 
matemática, a la física y a la experiencia sensorial[3].
 

El 26 de mayo de 1985 Zambrano escribió algo breve y
 
espontaneo que tituló: Rafael Dieste[4] y su enigma, que es prácticamente un
 
recuento de las hazañas y virtudes de éste que llegó a admirar por su
 
pensamiento genial y que frecuentaba el café literario La Granja del Henar[5],
 
establecimiento siempre promovido por Don Ramón del Valle-Inclán[6],
 
motor y alma de aquellas tertulias que María Zambrano en este escrito recuerda
 
de sus años pasados y el gusto de su participación en estas. Menciona también a –la de igual manera
 
admirada- Rosalía de Castro[7],
 
a quien dedicó uno que otro apartado en su obra y de quien tuvo también un
 
grande aprecio. Hablando de estos dos últimos mencionados es donde podemos
 
encontrar un primer acercamiento a la idea de lugar en Zambrano. Dice de esta:
 
“Rosalía de Castro no pudo salir de su pueblo natal, Padrón, lugar más arcaicamente sacro que el
 
mismo Compostela. (…) Si Rosalía no pudo moverse de su lugar natural fue porque allí estaba su peregrinación que era su
 
meta”[8].
 
En el mismo comentario y con la misma tónica se expresa de Ramón del Valle y su
 
gusto manifiesto y exclusivo de aquel café de sus encuentros: “Quizá para Don Ramón, el literario y abierto
 
a todos Café La Granja del Henar, supuso –tras sus viajes al otro lado del
 
océano- el encuentro del lugar para su
 
palabra, podíamos decir su púlpito adecuado”[9].
 

El entender físico del lugar en María Zambrano es sin duda un elemento que nos aparece frecuentemente al leer sus obras, pero de la misma manera entre renglones y a no muy lejanas distancias entre las paginas, encontramos diversos entenderes del mismo término que, sin bien es cierto que nuestra pensadora no organiza y distingue, nosotros sí podemos hacer un intento de construir un modesto sistema que puede ayudarnos a distinguir y entender mejor la noción de lugar según lo que Zambrano quiere expresar y desde qué terrenos se mueve al usarlo.

Permiso temporáneo de migración de la embajada cubana a Ma. Zambrano fechado el 3 de septiembre de 1946 / Documento propiedad de la Fundación “María Zambrano” en Vélez-Málaga, España (Foto mía).

LO METAFÍSICO DEL LUGAR

Juan
 
Fernando Ortega Muñoz[10]
 
en la amplia presentación que hace del libro El exilio como patria, expone sobre María Zambrano mucho de lo que
 
a nosotros nos compete en este apartado en referencia a la cuestión metafísica
 
de la noción de lugar zambraniano. Lo hace ciertamente desde la realidad del
 
exilio.

Ortega
 
Muñoz extrae de Zambrano y su escribir vivencial de la doliente experiencia del
 
exilio, la figura del nacido, con la que la filósofa paragona con el
 
exiliado, es decir, el que nace es aquel
 
que sin querer, sin prepararse y sin darse cuenta viene expulsado del lugar del
 
mundo simbiótico -al que pertenece con la madre- para iniciar a tener lugar en
 
el rapto y cárcel de la vida que lo aprisiona, lo envuelve y lo encierra[11].
 
La experiencia la describe nuestra filósofa:

Salir de todo de
 
donde se estaba, salir de la situación donde se vivía, que es tanto como salir
 
de la vida determinada, donde se es alguien en alguna parte […] Y ese instante
 
le seguirá siempre al exiliado, como siendo nadie, exactamente ninguno […].
 
Pues basta con que la situación donde somos alguien,
 
alguno, se desvanezca y que nos quedemos solos ante la vida toda, con la
 
vida toda, para que sintamos ser ninguno,
 
nadie, como si el sujeto perdiera su determinación ante la inmensidad […]
 
Como el que nace[12].

Entonces para Zambrano la vida es también lugar, incluso
 
el único lugar que le queda al exiliado –concepto también aplicado a todos los
 
seres vivientes-. Lugar que tiene ya disueltos los límites espaciales dados por
 
las categorías aristotélicas y que se expande prescindiendo de la medición
 
física, hacia las posibilidades de la abstracción mental que lo hace ilimitado,
 
no fijo y ni sujeto al ser y, más aún, lleno de posibilidades en potencia para
 
la trascendencia.

La vida, como la entiende Zambrano, es un ejemplo claro,
 
sencillo y bastante didáctico para entender la metafisicidad del lugar, pues ya
 
la vida misma del hombre, independientemente de si le fue dada o en cierto
 
punto se acepta –discusión no tan tomada ampliamente por nuestra autora, desde
 
donde vemos la distancia que toma de los existencialistas- es el “lugar común”
 
de todos los vivientes que ciertamente conoce hasta cierto punto los límites
 
físicos del tiempo, sumisión que Zambrano disuelve al hablar de la vida
 
preexistente y aquella otra futura que, si bien es cierto entraría su abordaje
 
desde los ámbitos de la fe, su consideración metafísica viene a bien el ser
 
mencionada en este apartado.

La vida entonces como lugar, según la pensadora veleña, viene a romper los límites marcados por la línea bien trazada del nacer-morir ya que es en suma realidad envolvente y espacio de la propia existencia. Para María Zambrano se está ya en la vida antes de ser parido al mundo, de modo que el estar en el seno materno y a su tiempo ser arrojado a la vida es ciertamente un cambio de lugar, un desplazamiento del ser, movimiento pues, físicamente entendido pero siempre dentro del lugar de la vida, movimiento al interno de esta espacialidad metafísica tan valorada y bien ponderada por nuestra filósofa.
 

Certificado de inscripción / Documento propiedad de la Fundación “María Zambrano” en Vélez-Málaga, España.
 
(Foto mía)


[1] Zambrano,
 
Algunos lugares de la poesía, 47.

[2] Zambrano,
 
Algunos lugares de la poesía, 47.

[3] Véase el apartado 1.2.1 La noción de lugar como noción de precisión en el capítulo I.

[4] Rafael Dieste (1899-1981). Distinguido escritor
 
bilingüe, en castellano y gallego, cultivador de bastantes géneros literarios.
 
Perteneciente en Madrid a la “Generación del 27”. Exiliado también en distintos
 
países del mundo. Escritor de varias obras de importancia literario-filosófica.
 

[5] El Café Granja El Henar
 
(no “del Henar”, Zambrano como muchos
 
hasta el día de hoy lo nombran así) es un café de Madrid precisamente en la
 
calle de Alcalá # 40 que inició como un modesto establecimiento para la venta
 
de leche y algunos lácteos que con el paso del tiempo y la demanda de sus
 
productos pasó a ser uno de los cafés más famosos de la capital española además
 
de convertirse en uno de los lugares más representativos de la ciudad en el
 
siglo XX. Este emblemático establecimiento
 
fue el sitio de encuentros de distintos personajes famosos en el ámbito de la
 
política, de la literatura, la filosofía, el periodismo y de las artes en
 
general hasta el año 1960.

[6] Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), distinguido
 
poeta, literato y dramaturgo considerado como uno de los más importantes
 
autores en la escena literaria de España en el siglo XX.

[7] Rosalía de Castro (1837-1885) poetisa y novelista
 
española en lengua castellana y gallega. Importante porque algunas de sus obras
 
son consideradas como las primeras grandes obras de la literatura gallega
 
moderna.

[8] Zambrano, Escritos
 
autobiográficos. Delirios. Poemas, en: Ma. Zambrano, Obras Completas, Vol. VI, p. 664.

[9] Zambrano,
 
Escritos autobiográficos. Delirios.
 
Poemas, 664.

[10] Juan Fernando Ortega Muñoz, Doctor en Filosofía y
 
Derecho. Catedrático emérito de la
 
Universidad de Málaga, amigo personal de María Zambrano y el máximo difusor de
 
su pensamiento mediante la obra de la fundación que lleva el nombre de la filósofa misma que
 
dirigió por más de 25 años.

[11] Cfr. M.
 
Zambrano, El exilio como patria,
 
Anthropos, Barcelona, 2014, p. XXXII.

[12] Ortega Muñoz remite al manuscrito: M. 157 en poder de
 
la Fundación María Zambrano. En: Zambrano,
 
El exilio como patria, p.
 
XXXII.

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